Cuadro de: Félix Mas

CARMEN REY "Relatos de bolsillo"

jueves, 24 de junio de 2010

PARTO CULINARIO

.



Cuadro de David Cheifetz



PARTO CULINARIO



Estaba colocando la compra sobre la mesa de la cocina, cuando sonó el timbre de la puerta.
Miré el reloj. Marcos llegaba tarde. Suspiré y salí a abrir.
― ¡Tengo una sorpresa para ti Julián! ―me había dicho Marcos al llegar, enseñándome una botella de vino. ¿Ya tienes la carne preparada para enseñarme a hacer el estofado?
―Sí, si, pasemos a la cocina tío, la carne necesita dos horas de cocción y joder, has llegado tarde. Tengo todos los ingredientes sobre la bancada, incluido el medio kilo de ternera.
En la cocina, cogí una olla y eché un poco de aceite de oliva y empecé a sofreír la carne.
― Cuando esté sofrita la sacaremos. ―le iba indicando a Marcos. Mientras tanto, iremos cortando las cebollas, la zanahoria y dos ajos y lo pocharemos todo.
Marcos ya había cogido la cebolla para cortarla, cuando de momento se había oído el timbre de la puerta. Dudé un instante si abrir la puerta o no. No esperaba a nadie.
El timbre había vuelto a sonar con más insistencia. Decidí abrir.
Al otro lado de la puerta me encontré a la Sra. Manuela, vecina de rellano, con cara de berenjena y balbuceando algo casi ininteligible.
―Mi hija, mi hija ha roto aguas! ―Logré entenderle. Por favor, por favor, llévenos al hospital. ¡Creo que está a punto de parir!
― ¡Joder, joder, un momento, un momento! ―dije nervioso.
Había entrado corriendo a la cocina donde Marcos, seguía cortando las verduras y le dije balbuceando:
― ! Me tengo que ir Marcos, la vecina de al lado se ha puesto de parto! Tengo que llevarla al hospital, pero tú continúa. Cuando termines, llámame y te iré indicando lo que tienes que seguir haciendo. No creo que tarde demasiado.
Marcos había asentido un poco perplejo.
Salí corriendo con las llaves en la mano, y al cruzar el vestíbulo le di un manotazo al florero que se hizo añicos al caer al suelo. Sin volver la cara, abrí la puerta y dando un portazo, corrí a la puerta de Susana que permanecía abierta. Así a Susana y bajamos por el ascensor. Su cara denotaba un gesto de dolor.
―! Aguanta, aguanta! ―Le decía su madre.
Arranqué el coche después de ayudar a Susana que resoplaba con una respiración agitada. Me enfilé por la avenida jugándonos la vida al saltarme dos semáforos en rojo.
Era una carrera desesperada. Los coches ajenos, me parecía que circulaban como tortugas.
Sonó el móvil. Saltó el manos libres y contesté. Era Marcos.
―Julián, ya tengo el sofrito hecho.
― !Ay, por Dios, corre que este niño no espera! ―Casi gritaba mi vecina.
―Tranquila, tranquila. ―Trataba de calmarla la madre.
―Marcos, añade ahora la carne al sofrito. !Ay, por favor Susana ya casi estamos, aguanta! ― Le hablaba a la vez a mi vecina. Creí que me volvería loco.
Entre contracción y contracción se le oía respirar un poco más tranquila.
―Si Marcos, sí. Echa la carne a la olla, y añade, una pizca de pimienta molida, nuez moscada y la sal. A continuación el tomate frito que está en la nevera y añade el caldo de carne, que está encima del banco.
― ! Ay, Dios mío, ay Dios mío! ―seguía quejándose Susana.
― !Ah, echa también una hoja de laurel, pimienta en grano, y un chorreón de vino blanco! ―continuaba yo.
―De acuerdo, de acuerdo. ―dijo Marcos al otro lado del teléfono.
Susana sudaba. Hacia verdaderos esfuerzos por aguantar. Tenía la cabeza apoyada en el asiento, y emitía unos gritos que me rompían el alma. Se quería morir y yo supuse que en su caso yo querría lo mismo.
― ! Por favor, por favor, esto es insoportable! ¡Está empujando! ¡Dios mío!
La madre la atendía como podía, pero la situación se agravaba. Me acababa de saltar otro semáforo en rojo cuando volvió a sonar el teléfono. Era Marcos.
―Julián esto está hirviendo, ¿Qué más hago? ¿Le echo ahora la sal?
―! Marcos, por Dios, estoy en la calle Benavites, llama a la guardia civil, o a la policía, o a quien quieras. ¡Que nos ayuden, tengo que parar el coche, el niño está aquí!
El parto era inminente.
Cuando llegó la ambulancia yo casi no podía articular palabra. Subieron a la ambulancia a Susana y a un precioso niño que había nacido hacia diez minutos con mi ayuda y la de la abuela.
Eran ya casi las cuatro cuando llegué al portal de mi casa. Al abrir la puerta, un olor a comida quemada, casi me tumbó para atrás.
Pensé que habría de pasar mucho tiempo, antes que en mi casa se volviera a cocinar otra vez carne estofada.

.




12 comentarios:

  1. Ay, Carmela querida, el final ya me lo imaginaba, jajaja. Esto es pura ley de Murphy, justo cuando va a enseñar asu amigo novato, a Marcos, la hija de la vecina se pone de parto..Lo has relatado muy bien, Carmela, podían visualizarse perfectamente las escenas, con total claridad y eso es lo más importante de una narración, amén de la naturalidad de los diálogos y el detalle con que lo describes todo. Un besote enorme, escritoraza. Y pasa un finde estupendo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Mayte por tu comentario. Me alegra saber que te ha parecido, aunque previsible, jeje, ameno. Al final de los relatos, lo que esperamos es que al menos no se nos hagan pesados. :)
    Un beso grande y buen fin de semana.

    ResponderEliminar
  3. ¡Jajaja! buenísimo Carmela, es que el estofado requiere su cariño y mimo, las circunstancias no eran las mejores para hacerlo, deberían haberlo dejado para otro día.
    Buen fin de semana amiga
    Besos

    ResponderEliminar
  4. Me alegra que te haya gustado Verónica. Espero te haya hecho sonreir esa extrema situación.
    Un beso y buen fin de semana.

    ResponderEliminar
  5. Carmela,
    Me gusta mucho este relato. Esta muy bien conseguido. Y me gusta venir a leer lo que escribes pues no toda la gente en sus blog se dedica a intentar escribir literatura, a hacer el ejercicio de contar algo de forma literaria, tú si, y eso me llena porque podemos compartir. También es importante para mi que la extensión no se exceda demasiado, pues para eso ya tenemos los libros. Y eso también se da en tus relatos. Yo disfruto con tus textos, descubro y aprendo. Ya sabes que no solo me detengo en leer la historia, también me entretengo en buscar la técnica. Y este parto culinario me ha gustado mucho.

    Besos

    ResponderEliminar
  6. Buenisimo el cuento!!! pues que el proximo estofado lo hagan cuando el bebe cumpla un anito.
    jajajaja
    un abrazo

    ResponderEliminar
  7. Antonio:
    Muchas gracias por tu comentario, me gusta siempre tu paso por aqui. Se que unas veces se consigue mejor lo que queremos transmitir, y otras peor, pero ese es el camino del aprendizaje. Tus comentarios siempre me ayudan e impulsan para continuar escribiendo. Recibe mi cariño.
    Besos.

    ResponderEliminar
  8. Mery:
    Me alegra saber que te ha divertido. Cualquier escrito que consigue una reacción, para mí ya es válido. El saber que no deja indiferente.
    En cuanto al estofado, seguro que a nosotras nos sale mejor, jeje.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  9. Enhorabuena, muy interesante los poemas y relatos me han emocionado, Un saludo

    ResponderEliminar
  10. Victoria:
    Muchas gracias por tu paso por el blog. Si no te han dejado indiferentes ni mis poemas, ni mis relatos, yo ya me doy por satisfecha.
    Gracias.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  11. Estupendo.!!!!!!

    Pero debe de quedar en el la experiencia única del nacer.

    Cariños y gracias por tus sentires.

    ResponderEliminar
  12. Abuela Ciber:
    Muchas gracias por tu paso por mi blog. Me llena de satisfacción que te haya gustado mi relato.
    Un abrazo

    ResponderEliminar